domingo, 7 de diciembre de 2014

DEPENDEMOS DE LA TECNOLOGÍA

     Estimado señor director del Diario Montañés:
  Me siento frente a la pantalla de mi ordenador para comentarle un tema que me inquieta bastante: la dependencia del ser humano en los últimos tiempos de la tecnología, en concreto, de las compañías telefónicas.
    
    Hoy precisamente ha habido un problema en Orange y he estado incomunicado todo el día. Me he dado cuenta de la impotencia que es no poder buscar información para los ejercicios del instituto, ni ver vídeos en Internet, ni hablar con los amigos por whatsapp y, para colmo, no poder hacer una triste llamada de teléfono. Todo esto es algo que a mis abuelos, hace 70 años, no les importaría en absoluto, pues se comunicaban directamente y su vida no giraba en torno a un móvil  o a un ordenador.         Hoy día en muchas casas es impensable, pues los chavales lo primero que hacen es encerrarse en su habitación a usar su PC o conversar con el móvil a través de la red.
   
    Actualmente, cuando algo falla y nos "caemos de internet" nos parece que nos quedamos aislados del mundo,  y al  ponernos en contacto con las compañías telefónicas, tenemos la sensación de que no nos ayudan mucho a solucionar el problema, pues te pasan con mil operadores , y cuando llegas al último te vuelven a poner con el primero. Yo entiendo que sea un trabajo en el que se reciben muchísimas llamadas al día y, probablemente, bastantes de ellas preguntando por lo mismo, pero  deberían  intentar solventar el asunto lo antes posible. Eso sí, en el momento en que el cliente menciona las cuatro palabras mágicas, "me cambio de compañía", el operador lleva a cabo instantáneamente una metamorfosis y se convierte en una persona increíblemente profesional,  y  si el cliente es un anciano, le llama por su nombre para intentar crear una buena atmósfera y transmitir confianza, otra cosa que también me molesta de los asistentes.     

     
      Me gustaría que las compañías telefónicas se dieran cuenta de lo importante que es un buen servicio en caso de avería. 

Atentamente,

Juan Quevedo

lunes, 24 de noviembre de 2014

Don Juan Tenorio con elementos de terror

DON JUAN FEROZ

Todo empezó la oscura noche del 31 de octubre cuando, entre aullidos, voces y ruidos escalofriantes, se produjo lo inimaginable.
Don Juan era un hombre soberbio e inmaduro, capaz de hacer lo que sea por atraer a una mujer. Salía en busca de una dama todas las noches de luna llena. Cuando lograba seducirla, se producía la transformación y Don Juan se convertía en un feroz y terrorífico lobo que  devoraba a la desafortunada víctima que,  indefensa,  caía en sus trucos de atracción.
Era su ley de vida, seducir para sobrevivir.
Según él -para otros sus vicios son el juego o  el alcohol-, su droga era el amor, pero no el amor pleno, sino el tenebroso y espantoso que se consigue engañando, usando todo tipo de artimañas. El pueblo desconocía la siniestra doble identidad de Don Juan, así que tenía que ser muy sutil y matar a su presa con sigilo para no ser descubierto.
El 31 de octubre había luna llena. La siguiente desafortunada fue la joven e inocente Doña Inés. Susurrándole al oído versos de amor: "No es verdad ángel de amor..." La acompañó a un lugar alejado.
Era una hermosa dama, muy bella, que se dejó seducir por Don Juan. Estaba el hombre-lobo a punto de conseguir su objetivo cuando la mujer notó algo peludo en su cuello. Doña Inés se giró y observó aterrada el terrorífico hocico del licántropo, a la vez que  un estridente chillido  salía de su garganta.
Don Juan mató a Doña Inés de inmediato. Mientras se alejaba con cierto arrepentimiento no podía evitar pensar sin embargo, en su siguiente víctima.

Es la verdadera naturaleza del depredador.

jueves, 2 de octubre de 2014

Juan Quevedo. Autorretrato lingüístico.

AUTORRETRATO LINGÜÍSTICO
            
Yo nací en Cantabria, una Comunidad Autónoma monolingüe, es decir, en ella solo se habla castellano. El castellano que se habla en Cantabria tiene varias peculiaridades y errores sintácticos, como por ejemplo el leísmo, el laísmo y el uso incorrecto del condicional. Es muy habitual mantener una conversación con alguna persona de aquí y que cometa fallos garrafales como: "Yo no soy de Santander, pero como si lo sería" o ir a una tienda de ropa con mi madre y que pregunte la dependienta refiriéndose a unos pantalones: "Pruébeseles, a ver qué tal la quedan". Así como yo creo que no cometo nunca errores con el condicional, si estoy en una conversación fluida con mis amigos cometo algún leísmo y algún laísmo.
Tengo influencia asturiana, ya que mi familia por parte de mi madre es de allí. Esto lingüísticamente hablando es bueno, pero a la vez es malo. Es bueno porque desde pequeño mi madre me ha sabido corregir leísmos y laísmos y cometo pocos, aunque en conversaciones muy fluidas probablemente se me escape alguno, y a su vez, tiene también su parte mala, debido a que el asturiano es un dialecto del castellano y tiene también sus errores gramaticales, como por ejemplo, utilizar siempre el pretérito perfecto simple en lugar del perfecto compuesto. "Hoy me levanté con el pie izquierdo" en lugar de "Hoy me he levantado con el pie izquierdo", error que personalmente cometo bastante.
Asturias es una Comunidad Autónoma donde además del castellano, se habla asturiano, por lo que tiene sus expresiones y sus peculiaridades. Por ejemplo, los pronombres se ponen detrás del verbo: "Levantóse y dióme un beso"; se utiliza ye en lugar de es, "ye un chico encantador"; expresiones como "no me da más" que en castellano sería "me da lo mismo"; palabras como "prestar", que es una palabra muy útil ya que no tiene una traducción exacta al castellano. Se dice cuando algo te gusta mucho, veámoslo en una frase: "Prestóme mucho la ducha". A día de hoy, en conversaciones con mi madre usamos palabras del asturiano como el verbo pingar, que pensábamos que era una palabra española, hasta que hace muy poco tiempo le dije que no me parecía del castellano y, efectivamente, pingar  se usa en Asturias para expresar que algo está muy mojado, "Esta chaqueta está pingando!".

Mi primer contacto con una lengua extranjera fue hace tanto tiempo que ni siquiera lo recuerdo. De lo que sí me acuerdo es que fue con el inglés. Lo aprendí desde muy pequeño y me resulta un idioma fácil, puedo decir que se me da bastante bien, aunque todavía no he dado el paso de viajar a Inglaterra, la tierra de Shakespeare, para poder decir que soy bilingüe. Pienso que para serlo hay que pensar en ese idioma y no traducir mentalmente las frases al español, como hago yo. No puedo decir lo mismo con el francés, que lo llevo estudiando desde 5º de Primaria y no es una lengua que precisamente me haya apasionado, de hecho, este año no la he elegido como optativa. Tengo curiosidad por aprender algún otro idioma como el italiano, ya que me parece una lengua muy bonita, probablemente más adelante la estudiaré por mi cuenta.